Los que ya no están
Atardecer sobre la isla de Manhattan y el Río del Este
(sábado, 15 de abril de 2006)
Vinieron, se sentaron en nuestra casa,
construyeron jardines en cada habitación, iluminaron las sombras de los
retratos, y compartieron con nosotros la guitarra, el viento y el mar.
Pero otro día, se marcharon. O se los llevaron.
Ya no están para hablar en el teléfono hasta el amanecer. O para
discutir el dilema moral en algunos cuentos de Thomas Mann. O para
entrar, juntos, a la habitación de Kafka. Ya no están para compartir la
pasta mal cocinada o para consolar el pescadito que quedó huérfano un
día horrendo de invierno. Ya no están para compartir esos desayunos
griegos o iluminar la casa con sus palabras.
Ya no están para hacernos recordar los que se fueron o se llevaron antes
que ellos. Una mueca, una lágrima, una sonrisa, muchas veces lo dijeron
todo.
Ya no están para corregir nuestros hábitos o para hacernos más humanos.
Y ya no están para marcar los calendarios; para nombrar las calles sin
nombres; para entrar junto a la noche; para pintar ese paisaje de otoño
en Nueva Inglaterra o para esperar por la luz, sepultando los vivos y
desenterrando los muertos.
Ya no están.
Se marcharon o se los llevaron. Pero aún están aquí con nosotros.
Para agrandar las fotografías, pulsar la imagen
11:47 PM