Las listas de los anglosajones

Martes, 13 de marzo de 2007Ramón Paredes

 


Atardecer sobre la isla de Manhattan y el Río del Este
un día de enero



Después de una larga ausencia, este fin de semana hemos regresado a casa. Es una experiencia extraña, porque por un lado esta realidad da una seguridad inmensa, aunque por otra parte hace que uno empiece añorar el desorden que quedó atrás.

Generalmente, cuando uno está en un país del tercer mundo, lo normal es extrañar la electricidad continua y hasta el agua potable —incluso, simplemente, una sociedad donde la gente sencillamente obedezca las leyes. Pero no, a nosotros no nos hacían tanta falta esas cosas. No, lo que más extrañamos fue nuestra cama.

Tendremos que ausentarnos en tres ocasiones más (en abril, en julio y en diciembre), y si alguien nos preguntara que quisiéramos llevar con nosotros, no tendríamos que pensarlo dos veces. Nos llevaríamos nuestra cama.


***


Una de las cosas que siempre nos ha llamado la atención de la cultura anglosajona es su obsesión con las listas. Es un mundo organizado donde siempre hay una lista, donde alguien enumera, casi siempre en orden de preferencias, sus cosas favoritas: películas, ciudades, libros, restaurantes, programas de televisión, etc. Así, tienen revistas donde se sigue, semanalmente, las ventas de discos de todo tipo de música, las recaudaciones de las películas y las obras de teatro (incluyendo los musicales), los libros más vendidos, los programas de televisión que supuestamente más se ven, etc.

Y a la gran mayoría de anglosajones esto le parece lo más conveniente del mundo.

Pero estas listas siempre presentan un problema mayor: Si un álbum nuevo de Shakira o Juanes, por ejemplo, vende un cuarto de millón de copias en una semana, algo así como más de doscientas mil copias más que uno de Pedro Guerra, significa acaso algo? Me cuentan que la película Crash, que pareció ser tan buen melodrama que hasta ganó hasta el una vez prestigioso Oscar, estaba en venta la semana pasada en una tienda nacional de electrónicos a $3.99, en la misma canasta con First Blood, Saw II, Once Upon a Time in Mexico, Bad Boys y S.W.A.T.

Durante nuestra ausencia, varios amigos nos hicieron llegar una copia de un artículo que fue publicado en el New York Times el pasado 17 de diciembre de 2006, “Preguntas que las parejas debían preguntar (o desean que hubieran preguntado) antes de casarse”. Esta lista, como otras tantas que aparecen diariamente en el mundo anglosajón, nos hizo pensar en las diferencias entre la realidad de “aquí” y la de “allá”.

He aquí la lista de 15 preguntas, mal-traducidas literalmente.


1) ¿Hemos discutido si vamos o no a tener hijos?, y si la pregunta es sí, ¿quién los va a atender?

2) ¿Tenemos claro las obligaciones financieras y metas de cada uno de nosotros dos?, y ¿engranan nuestras ideas sobre gastos y ahorros?

3) ¿Hemos discutido nuestras expectativas cómo se mantendrá el hogar?, y ¿nos hemos puesto de acuerdo sobre quién hará los oficios?

4) ¿Nos hemos divulgados nuestras historias de salud, tanto física como mental?

5) ¿Es mi pareja cariñosa hasta el punto que yo espero?

6) ¿Podemos, abierta y confortablemente, discutir nuestras necesidades sexuales, preferencias y miedos?

7) ¿Habrá un televisor en el dormitorio?

8) ¿Verdaderamente nos escuchamos al otro y consideramos justamente las ideas y las quejas del otro?

9) ¿Hemos alcanzado un entendimiento claro de las creencias espirituales y necesidades de cada uno?, y ¿hemos discutido cuándo y cómo nuestros hijos serán expuestos a la educación religiosa/moral?

10) ¿Nos gustan y respectamos los amigos del otro?

11) ¿Valoramos y respetamos los padres del otro?, y ¿está uno de nosotros preocupado sobre la posibilidad de que uno de los padres interferirá con nuestra relación?

12) ¿Qué hace mi familia que te molesta?

13) ¿Hay algunas cosas que tú y yo NO estamos preparados a dejar en el matrimonio?

14) Si a uno de nosotros nos ofrecieran un empleo lejos de nuestra familia, ¿estamos preparados a mudarnos?

15) ¿Nos sentimos los dos completamente seguros en el compromiso del otro al matrimonio?, y ¿creemos que la unión puede sobrevivir cualquier desafío que se nos presente?



El problema con esta lista, como también de las listas que nos bombardean diariamente (aunque mayormente los fines o comienzos de semana), se nos revela de una manera furiosa y terminante en la pregunta número siete. Todas estas se limitan a una sociedad, a una cultura, a un fenómeno. Porque, ¿tendría un indio boliviana o un haitiano que vive en un batey dominicano que preocuparse si habrá televisión en el aposento cuando en su casa ni siquiera hay un dormitorio, para ni siquiera mencionar el televisor?




 

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11:27 PM


 
 

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